Una Reflexión sobre el Maltrato a Menores.
» Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y esparcimiento de sus hijos.»
—Artículo 4, Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
El día quince de octubre se pudo ver en internet una nota cuyo titular es es el siguiente: «Mitch Comer, el chico que creció encerrado en su cuarto por sus padres.» La nota, en resumen, relata el hecho de que unos padres castigaron a su hijo durante cinco años obligándole a no dejar su cuarto.
Otro texto periodístico en el mismo sentido dice: «Una niña china muere después de que su padre le obligara a correr 6 horas.» Habla de cómo el padre de la menor la castigó por haber desordenado su casa, por lo cual le propinó golpes con un zapato y la hizo correr durante seis horas.
Este tipo de notas sin lugar a dudas causan revuelo internacional porque se hace patente de inmediato cuan desalmado puede ser un padre para hacer sufrir a un niño: un humano en formación con todas las oportunidades para ser el mejor en lo que decida hacer. En otras palabras, nos causa asombro e indignación pensar que un niño estará impedido de poder desarrollar una vida plena. No es para menos.
Desde el punto de vista jurídico, este sentimiento de rechazo universal hacia el maltrato infantil se ha concretado en la existencia de leyes locales, federales y tratados Internacionales, que protegen los derechos de los menores para tener una vida digna —y en la medida de lo posible— llena de felicidad.
La realidad está por mucho alejada de los muy acertados deseos de los legisladores, nacionales o internacionales. Duramente se debe reconocer que existen personas que simplemente no deberían ser padres.
La garantía individual contenida en el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos debería tener una excepción: sí podemos decidir cuantos miembros de la familia podemos tener pero también debemos garantizar que las oportunidades que tendrán serán las suficientes para hacer de nuestros hijos ciudadanos de bien, y serán objeto de nuestra atención y cuidados al máximo sin limite alguno.
Dejar la decisión al arbitrio de los ciudadanos es seguir permitiendo que existan familias de escasos recursos de hasta seis integrantes. La constitución cierra los ojos respecto a la cantidad de dinero y cuidados que son los mínimos requeridos para sacar adelante a un pequeño ser humano, y mucho menos de que el Estado al proveer servicios de salud y cuidado integral a familias se ve colmado de usuarios quienes sufren por no tener un adecuado sistema por que somos muchos.
Lo que pido es algo de control severo, pues necesitamos cada vez de mayores recursos naturales para sobrevivir. Necesitamos que los ciudadanos sean los mejores, y no hay mejor cuna que la familia, un poco de los valores de los que todavía puede presumir nuestro México querido; y si un niño nace en una familia llena de carencias, llena de violencia, de malos tratos, ¿qué será ese ciudadano en el futuro? Mi comentario no es la regla: existen muchas historias de éxitos de quienes salieron de lugares donde no existía en el primer plano un futuro cierto, pero lograron salir de ahí, de ese lugar y ahora se precian de haber dejado el barrio, junto con la necesidad y la violencia, para convertirse inclusive en guía de otros que también esperan escapar.
Lo que se debe atacar es el problema de fondo y ese radica en que no se debe permitir más hijos de los que razonablemente se puedan mantener. Motivado por lo anterior, propongo que para poder tener un tercer hijo se acredite al gobierno que se tiene la posibilidad de sacarlo adelante. Ello implica un breve estudio donde basados en los precios más baratos de pañales, formula láctea, biberones, chupones, ropa, alimentos en general, para determinar si es que se puede tener más de dos hijos. Pensemos no en nuestra experiencia, ni en nuestras familias numerosas de la vieja escuela, pensemos de verdad en esos niños que nacen en lugares donde no hay oportunidad y su destino de entrada va marcado por la violencia por el maltrato.
Dos hijos, es una familia completa. Personalmente, es el número de hijos que tengo. Me parece que el esfuerzo que debo hacer para darles lo que yo tuve y más, será uno grande. Las cosas en general —en todo el mundo— se complican día con día. Las oportunidades de éxito se ven reducidas para las nuevas generaciones y por ello es que nuestros hijos deben estar mejor preparados y mejor atendidos que nunca, con ello retomo el tema de la educación, donde ellos nuestros hijos disfruten de vivir con el cariño y amor que sus padres les pueden profesar sin limite alguno, con educación con amor. Tener más hijos implicaría reducir el nivel escolar, reducir el nivel de sus alimentos, reducir el nivel de esparcimiento, reducir su felicidad. Es cierto que si los tratamos con amor deberán crecer para bien, pero la realidad es que si no hay dinero para dar y procurar lo mejor difícilmente se encontrarán en posición de acceder a una vida sin preocupaciones.
Me produce una enorme rabia que sean las diez de la noche en los semáforos de las calles del distrito Federal se observen chavales de unos diez u once años —incluso más jóvenes— vendiendo dulces o cigarrillos. Alguien los puso ahí. Descontando las peores situaciones, en el mejor de los casos puede ser que sus propios padres le hayan pedido que ayudara a los gastos casa. Aquí insisto nuevamente en mi planteamiento: ¿por qué el niño debe ayudar con la carga económica del hogar?, ¿por qué el niño debe de sufrir del trabajo? Es un niño. No es un obrero, no es un vendedor. Es un niño.
Sabemos que los padres a veces incluso alquilan a los niños para que obtengan de la calle hasta ochocientos pesos. Me pregunto qué felicidad pueden los niños encontrar en ello, por que permitimos que sufran así.
Mi planteamiento para reformar la Constitución sobre el número de integrantes de la familia de entrada puede parecer burdo. Más burdo resulta el hecho sin cabida —en México y en el mundo— de que la niñez se vea obligada a vivir en esquemas de violencia y maltrato. Reflexionemos pensando a futuro. Es una gran opción para evitar, por poco que sea, el sufrimiento de muchos niños.
Quedan muchas aristas por tratar. Hace falta una discusión de fondo para ver cómo se puede concretar esta propuesta. ¿Qué pasará con las familias que tengan más hijos de los que se puede acreditar? ¿Qué incentivos económicos o jurídicos se pueden establecer para hacer cumplir con esta ley? ¿Qué resultados han tenido programas similares en otros países (por citar un caso famoso, en China)? Ignoro hasta dónde pueda llegar esta propuesta. La realidad es que quiero hacer mención de lo que me ha provocado ver estas dos noticias, y que se suman a otras tantas que ni siquiera quiero recordar.
1.- http://mx.noticias.yahoo.com/blogs/blognoticias/el-chico-que-creció-encerrado-en-su-cuart-20121010.html
2.- http://mx.noticias.yahoo.com/niña-china-muere-padre-obligara-correr-6-horas-063211069.html